Declarada Bien de Interés Cultural con categoría de sitio histórico, nuestra Sierra Minera destaca por su singularidad y por su valioso patrimonio industrial, fruto del trabajo y el esfuerzo de nuestros mineros.
Legado de aquella época son los numerosos vestigios que se pueden contemplar aun hoy en ella y que, junto con el cante y el trovo, constituyen nuestra principal seña de identidad.
A mediados del siglo XIX, una numerosa población procedente de tierras andaluzas, movida por la fiebre minera, llegó a nuestra Sierra, que escondía un enorme potencial y riqueza en sus entrañas.
La explotación de los filones creció al mismo ritmo que el de la población, por lo que en 1860, en pleno corazón de la Sierra Minera, nació un nuevo municipio:
LA UNIÓN
La Sierra Minera unionense ha estado marcada por una fuerte actividad minera tanto subterránea como a cielo abierto. Esta actividad ha originado un paisaje peculiar, extraño, único. Este paisaje se encuentra hoy día salpicado de elementos que intervenían en la actividad minera, vestigios mineros que dan fe de la gran actividad que se produjo en la Sierra.
Los edificios de las antiguas explotaciones mineras, construidos durante el periodo de auge de la minería, a finales del siglo XIX y principios del XX, son muy fácilmente reconocibles por su arquitectura local tradicional, simple y de ladrillo visto. Representan la memoria viva de la historia y la tradición unionense, constituyendo un riquísimo patrimonio industrial minero.
Rutas Mineras y de Senderismo
La Unión ha precisado de vías de penetración hacia el interior de su Sierra, rutas que sirvieron desde antiguo para la circulación de hombres, caballerías y vehículos, itinerarios dispuestos para apurar las riquezas de la tierra en un inacabable flujo y reflujo de obreros y materias primas.
Ruta del 33 (Camino del 33)
Hacia 1900, momento en el que la actividad minera estaba en pleno auge, una de las principales vías de entrada del mineral extraído hacia la ciudad tenía su comienzo en la rambla de Las Lajas, inmediatamente a continuación del cruce del ferrocarril de vía estrecha de la localidad.
Esta ruta, orientada al sur, se bifurcaba en dos. El acceso original era el occidental, que comienza al final de la calle Porras y lleva hasta la costa de Portmán. Ésta es la razón por la que se llamó carretera de La Unión a Portmán. Fue una ruta de indudable importancia usada por los mineros para transportar el mineral extraído en la sierra, y también supuso una gran fuente de empleo para los ciudadanos. Hoy se ha convertido en un auténtico museo minero al aire libre, formando parte y vertebrando el Parque Temático de la Sierra Minera. Además, está catalogada oficialmente como Sendero de Pequeño Recorrido (PRMU-88). Se dio la casualidad de que el ordinal del camino en el Plan de la Diputación y el año de finalización de su construcción (1933) resultó ser el mismo, el treinta y tres, de ahí su denominación popular.
Cuesta de las Lajas
Paraje y ruta tradicional de acceso a la Sierra desde Las Herrerías (La Unión) en dirección a Portmán a partir de mediados del siglo XIX. Llamada así por la abundancia que presenta de piedra pizarrosa en forma de láminas o losas planas (“lajas”)
Ofrece el interés de un afloramiento volcánico en dique y de otros aspectos litológicos y estructurales del substrato paleozoico de la Sierra fuertemente plegado, así como restos de depósitos de estériles producidos por las actividades de lavado y fundición de minerales.
Vestigios Mineros
Al adentrarnos en nuestra Sierra Minera podemos observar instalaciones comunes de la minería como castilletes, que permitían que tanto los mineros como los materiales pudieran entrar o salir por los pozos, siendo uno de los símbolos característicos de la Sierra Minera. Pozos por los cuales se accedía a las galerías y desde donde se iba extrayendo el mineral. Chimeneas por las cuales se extraía el humo provocado por las máquinas de vapor instaladas en las casas de máquinas. Una vez extraído el mineral, éste pasaba a otras instalaciones donde era tratado. Cabe destacar la chimenea de la Fundición “Roma”, declarada Bien de Interés Cultural. Fundada en origen (1845) para reaprovechar los residuos de las antiguas explotaciones romanas, fue uno de los principales establecimientos metalúrgicos de la Sierra. Lavaderos de mineral, donde el material extraído de las minas era depositado para ser lavado y separado de lo que se llamaba escoria. Hornos y fundiciones, los cuales culminan el proceso de transformación del mineral hasta comienzos del siglo XX.
Cortas (canteras): sistema de explotación minera a cielo abierto que multiplica la productividad del laboreo subterráneo por la mejora de medios técnicos y el incremento de inversiones. Sistema asociado al proceso de lavado de mineral por “flotación diferencial”, se halla en el origen del segundo “boom minero” contemporáneo, desde mediados del siglo XX. Este ciclo comenzó en la Sierra en 1953 con el desmonte de la cantera “Emilia”. Entre 1965 y 1984 se abrieron otras siete: “Gloria”, “San Valentín”, “Los Blancos”, “San José”, “Tomasa”, “Brunita” y “Sultana”.