La Coral Argentum de La Unión y el Real Centro Filarmónico Guadiato y Sierra Peñarroya- Pueblonuevo, nos ofrecieron el pasado sábado un magnífico concierto en el Ayuntamiento, donde tras interpretar varios temas, hicieron una actuación conjunta que hizo poner en pie al numeroso público que llenaba el Salón de Plenos.
El Alcalde de La Unión, Pedro López Milán, agradeció la visita de los componentes del Real Centro Filarmónico y tras leer un emotivo texto escrito por el Archivero Municipal, Francisco Ródenas Rozas, en el que se ponía de manifiesto los fuertes vínculos históricos y personales entre La Unión y Peñarroya- Pueblonuevo, anunció el inicio del expediente para llevar a cabo el Hermanamiento entre los dos Municipios.
Los miembros del Real Centro Filarmónico Guadiato y Sierra Peñarroya- Pueblonuevo, hicieron turismo por nuestra ciudad y estuvieron visitando la Mina Agrupa Vicenta.
DE PEÑARROYA-PUEBLO NUEVO A LA UNIÓN
Y LA VIDA SIGUE.
LA MINERÍA, SIEMPRE.
En el principio, la mina, siempre la mina, con todos sus altibajos, sellando el vínculo principal entre Peñarroya-Pueblo Nuevo y La Unión. Compartida minería del plomo y de la plata hasta la llegada de la crisis.
Muchos son los lazos que unen a nuestras poblaciones, como si una mano misteriosa hubiera querido sostener amablemente la estancia de los peñarriblenses llegados a La Unión en los años 70.
Así, junto a la troncal raíz minera que nos hermana, Peñarroya-Pueblo Nuevo y La Unión comparten como patrona a Ntra. Sra. del Rosario en sus respectivos templos presididos por la misma advocación.
Compartimos, por tanto, calendario festero en Octubre, en torno a las fiestas patronales. También el 4 de Diciembre, celebración de Santa Bárbara, Patrona de la Minería.
Incluso durante el mes de Agosto, cuando en La Unión se encienden las luces del Festival Internacional del Cante de las Minas, en Peñarroya abren sus puertas la Feria Minera y la Feria de Ntra. Sra. de la Asunción.
También vinculación flamenca entre nuestros respectivos municipios. Peñarroya-Pueblo Nuevo ha visto celebrar su propio concurso de cante con el propósito de recuperar una parte de su historia y de su cultura. Igualmente, en La Unión y en el Valle del Guadiato, figuras estelares como La Niña de los Peines, Pepe Marchena y Juanito Valderrama dejaron el sello de su arte.
No en vano, precisamente las calles de la Barriada donde se establecieron los cordobeses en La Unión adoptaron los nombres de algunos emblemas de nuestro universo jondo. Así fueron bautizadas las calles Minera, Cartagenera, Murciana, Malagueña, Taranta, Levantica, Verdiales, Jabera, Soleares y Bulerías.
Por si fuera poco, cuentan Peñarroya-Pueblo Nuevo y La Unión con un importante patrimonio tecnológico y restos de las antiguas construcciones heredadas de la minería, así como con un Museo Minero que refleja las esencias de la que es nuestra principal seña de identidad.
Además, una conexión casi inquietante. Nuestros respectivos escudos oficiales presentan un parecido sorprendente debido, claro está, a su común raíz minera. Hagan el favor, compruébenlo por sí mismos: Pico y Pala en el escudo oficial de Peñarroya; Pico y Marro en el de La Unión. Montaña minera en ambos. Si el revuelo de nuestras cinco abejas figurase en el emblema de Peñarroya-Pueblo Nuevo, podríamos estar hablando de municipios gemelos a tenor de los símbolos que los representan.
Finalmente, nuevo punto en común, la gran tradición musical de ambos municipios. En La Unión, siglo y medio de bandas de música y de agrupaciones corales; en Peñarroya-Pueblo Nuevo, la importante labor por recuperar y difundir la música tradicional a cargo del Real Centro Filarmónico Guadiato y Sierra, hoy hermanado en feliz encuentro con la Coral Argentum de nuestra ciudad.
En verdad sorprendentes los diversos lazos que estrechan a nuestras respectivas poblaciones, como si una esencia común y misteriosa hubiera decidido ser compartida, trasplantada, para habitar gozosamente entre las tierras de Córdoba y la Región de Murcia.
Y, por encima de todo, un puñado de buena gente venida de Peñarroya-Pueblo Nuevo que, desde su llegada a La Unión, ha contribuido a hacer más grande nuestra ciudad.
Fue la crisis de la las explotaciones mineras de la Sociedad Peñarroya en Andalucía la que movió decididamente a la empresa hacia la Sierra de La Unión.
Y aquí se establecieron, en la década de 1970, familias enteras en moderna emigración, ya muy avanzado el siglo XX. Primero, el cabeza de familia; luego, el grupo familiar completo.
Los primeros, a comienzos de los años setenta, en el entorno de la Iglesia del Rosario. En la Calle Ciprés, las familias de Manuel Barón y Paquita, junto a los Muñoz Marín. Muy cerca, los Villarreal, Antonio Fuentes, Castillejo, José María “El Pía”, Tejedor, los Hermanos Sosa… Hubo también cordobeses en Portmán. Y, sobre todo, a partir de 1975, ocupando las viviendas de la actual Barriada Peñarroya, 67 viviendas pintadas de rojo y blanco, conocida popularmente como la “barriada de los cordobeses”.
Allí se instalaron familias en plena madurez, en lo mejor de sus vidas, con hijos en edad infantil y juvenil. Uno de aquellos jóvenes, nuestro querido profesor Antonio Gómez, autor de un interesante artículo sobre la Barriada, recuerda que, para muchos, la llegada a La Unión supuso el sorprendente descubrimiento del mar: “¡Cuanta agua y qué grandes barcos!”.
Mientras, los padres trabajaban en Fundición Santa Lucía, La Maquinista de Levante y Cantera Emilia. Siesta obligada para todos los trabajadores y, a continuación, partida de cartas al “garrote”. De la barriada saldrían dos reinas de las Fiestas Patronales del Rosario: Elena e Inés, y un campeón nacional de mecanografía, Rafael Naranjo.
El verano era el tiempo propicio para “ir al pueblo”; o sea, para pasar las vacaciones en Peñarroya y hacer provisión de los manjares propios de la tierra:
la morcilla (morcilla lustre): la negra para el cocido y la roja picante “que en un buen trozo de pan entraba que ni de gloria”, recuerda Antonio Gómez. Otra delicia gastronómica, el cochinillo en adobo, tapa típica de Andalucía, puede degustarse en el célebre bar “El Naranjito”, uno de los centros indiscutibles de la Barriada.
Con el paso de los años, llegada la jubilación, algunos de aquellos trabajadores decidieron regresar a su tierra natal. Otros, descansan para siempre en la ciudad que les acogió. Desde aquellos años 70, ya son tres las generaciones de peñarriblenses y sus descendientes como vecinos de la ciudad minera, unionenses todos. No hay diferencias, nunca las hubo, entre las gentes de bien.
Por eso, hoy, el nombre de La Unión adquiere más sentido que nunca porque envuelve en un abrazo agradecido a Peñarroya y a sus hijos. De nuevo, nuestra tierra se ofrece como crisol, afortunada mezcla de sangres y de historia, de cultura y de talentos, de sueños y de esfuerzo recompensado.
Los nombres de aquellos pioneros cordobeses merecen ser recordados: Manolo Gómez y Antonia, Aguililla, Montanero, Manolo y Antonio Cabanillas, los Hermanos Jurado, Naranjito y Pilar, Benavides, Castillejo, “El Coronel”, “El Porrete”, entre muchos otros…
Por eso conviene el homenaje, justo y necesario, a aquella primera generación de hombres y de mujeres que, en la plenitud de sus vidas, decidieron dejar su tierra cordobesa para labrar, entre todos, un futuro mejor, aquí, en la Sierra Minera, camino del mar por descubrir.
En presencia de los miembros del Real Centro Filarmónico Guadiato y Sierra os decimos: gracias por vuestra presencia y por lo que representáis.
Gracias Peñarroya-Pueblo Nuevo. Muchas Gracias a todos.
¡Viva Peñarroya-Pueblo Nuevo!
¡Viva La Unión!
Autor del texto: D. Francisco Ródenas Rozas.Archivero Municipal y Cronista oficial de La Unión.