Hay que tener presentes hoy a aquellas mujeres que han sido asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas, 53 desde que comenzó 2012. Vidas, familias y proyectos truncados por quienes llevaron al extremo el error de pensar que el hombre tiene algún derecho de propiedad sobre la vida y la libertad de la mujer.
Es un día en el que debemos hacer expreso nuestro apoyo a todas aquellas mujeres que sufren la violencia de género, en cualquiera de sus manifestaciones. Todas las formas de violencia, sin olvidar por su especial incidencia en estos momentos, la económica, denigran a la mujer, atacan su libertad individual y menoscaban su autonomía personal. La violencia contra la mujer es un atentado contra su integridad física y psicológica y contra la de sus hijos e hijas. Es, de hecho, imprescindible reconocer el impacto que esta violencia tiene sobre estos últimos.
En consecuencia, la consideración explícita de los hijos e hijas menores de edad como víctimas directas de la violencia de género y la salvaguarda de sus intereses, deben erigirse como ejes de la protección de un colectivo especialmente vulnerable.
En los últimos tiempos hemos asistido a un endurecimiento de las medidas penales para quienes cometen este tipo de agresiones. Sin embargo, no se han mostrado suficientes para erradicar la violencia de género. Por tanto, es necesario que el apoyo que hoy manifestamos se plasme en el compromiso firme no sólo de los agentes sociales y de las administraciones, sino también en el compromiso individual de cada hombre y cada mujer.
En este escenario, la prevención resulta imprescindible. Es necesario implicar al conjunto de la sociedad y, especialmente, a familias y profesionales en la transmisión y promoción de valores de igualdad, justicia, democracia y paz desde edades tempranas. La tarea educativa se convierte así en el medio más válido para luchar contra cualquier tipo de violencia, y muy especialmente la ejercida sobre las mujeres. Es apremiante la necesidad de desarrollar actitudes y comportamientos incompatibles con el sexismo y la violencia.
Por un lado, las niñas y las mujeres jóvenes deben aprender a no aceptar como normales conductas que condicionan su autonomía en el seno de una relación de pareja. Deben ser conscientes de que son libres para elegir en todas las facetas de su vida, sin la influencia negativa que estereotipos sociales de género hacen recaer sobre ellas.
Igualmente, hay que descargar a los niños y jóvenes de aquellos otros estereotipos que les impiden expresar sus verdaderos sentimientos e inquietudes, por miedo a sufrir el rechazo entre sus iguales. Hay que incorporarlos activamente al fomento de la igualdad y a la defensa de los derechos de las mujeres. Para ello, hay que ofrecerles patrones masculinos diferentes, en los que se enfatizan los beneficios de una relación en igualdad, no sólo para las mujeres sino también para ellos mismos.
En definitiva, se trata de educar en la construcción de modelos de hombre y mujer alternativos a los tradicionales, como pilar fundamental para prevenir la violencia de género.
Gracias por el compromiso que demostráis hoy con vuestra presencia. Tenemos el convencimiento de que apostando por una estrategia integral de prevención y con vuestra implicación, estamos cada vez más cerca de erradicar la violencia de género. Os invitamos a seguir participando y trabajando de manera responsable para lograrlo, porque disfrutar de una vida libre de violencia es un derecho humano fundamental, no un privilegio.